Thaelman Urgelles: Inadmisible que el destino de Venezuela se decida en Cuba

El viaje de Diosdado Cabello a La Habana y su retorno al país, “hermanado” con Nicolás Maduro, revela que fue en esa capital donde se negoció y decidió la política a seguir por parte del partido de gobierno ante la inminente vacante temporal o absoluta del presidente. Según declara Maduro al llegar a Venezuela, ambos juraron lealtad a Chávez y unidad a todo evento ante las circunstancias políticas venideras. No aclaró si fue el propio Chávez quien les tomó el juramento o el testimonio fue prestado ante la presencia inconciente del líder. Conocido el modo retorcido como se manejan esos asuntos en la Cuba castrista y legitimados por el hermetismo con el que se ha manejado todo el tema, es lícito suponer el siguiente relato:

Superado por la implacable oposición de Diosdado y la poderosa alianza antimadurista en el seno del partido y el gobierno, Nicolás se fue a refugiar durante 4 días a La Habana, centro de poder del cual emana toda su opción de hacer valer el legado testamentario de Chávez. Allí se apertrechó tras la cama hospitalaria del líder y del irrestricto apoyo del régimen cubano, expresado claramente en la entrevista que le hizo la TV cubana y transmitieron Telesur y los medios “públicos”. Desde allí ejercieron una enorme presión sobre Cabello para obligarlo a viajar a la isla, un viaje que el contendor militar no tuvo ningunas ganas de hacer, incluso porque representaba un grave riesgo para su seguridad personal.

¿Qué pudieron negociar en La Habana Maduro y Cabello y quién arbitró sus encuentros? De lo negociado conoceremos una primera parte este sábado, en la sesión de la Asamblea Nacional donde se elegirá su directiva; y la segunda parte el 10 de enero, cuando veremos el galimatías constitucional, jurídico y político con el que se nos presentarán, bajo la alcahueta sombra del TSJ. Sobre quién arbitró la negociación, no nos cabe la menor duda de que se trató de Raúl Castro, y quién sabe si el mismo Fidel, pero en ningún caso el presidente, quien a todas luces está impedido de ejercer tal tarea. Aunque prestó sin duda una fuerte referencia moral.





En fin, del mismo modo en que se decidían en Washington, y bajo la tutela del gobierno norteamericano, los destinos latinoamericanos durante las primeras décadas del siglo 20, el destino de Venezuela lo intentan decidir estos “soberanistas y bolivarianos” de hoy, con la tutela de los sátrapas que tanta infelicidad y violencia han sembrado en Cuba y América Latina durante 54 años. ¿Cómo llamar a esto sino traición a la patria? ¿O solo es traición abrigarse bajo la tutela norteamericana?

Esta escandalosa renuncia de la soberanía nacional no puede pasar por debajo de la mesa en las graves circunstancias políticas e institucionales que se nos avecinan. Ella deberá ocupar un espacio privilegiado en el mensaje de la Venezuela democrática, representada dignamente por la MUD y por el candidato que nos encabece en la inminente elección presidencial de 2013. Entre otras escogencias, los venezolanos tendremos que decidir si nuestros destinos se continuarán definiendo en Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela, o en La Habana, epicentro de una corrupta tiranía en vías de extinción.

 

@Turgelles