Brian Fincheltub: ¿El futuro? De pronóstico reservado

De complicado a regular, de regular a bueno, de bueno a estable, de estable a delicado, de delicado a trotando. Con este tira y encoge que raya en lo cantinflerico ha respondido la vocería oficial a la demanda de información del pueblo venezolano sobre la salud presidencial. Los morbosos que llevan el timón, al menos en apariencia, parecieran que disfrutan jugando con la estabilidad emocional de los venezolanos, que a solo cinco días de la toma de posesión que dicta la constitución merecen información clara y certera. Eso limitándonos al plano del mínimo de compresión que merece la gente y sin entrar en lo que dicta la norma, que hace mucho se irrespeta y se pisotea sin ninguna consecuencia.

Venezuela no puede seguir manejándose como una telenovela, por capítulos de drama y suspenso. La situación es lo suficientemente seria para que continúe el secretismo y la irresponsabilidad. En el camino por aclarar las cosas, solo la información se traduce en estabilidad, de nada servirán las amenazas y las ofensas contra quienes se atreven a pedir transparencia. Señores del gobierno, deben entender que los rumores tienen certificado de origen en su silencio, al punto de convertirlos en expertos de la más baja manipulación. Ni al amor sincero de un pueblo por su líder lo respetan, los propios chavistas viven la expectativa con el miedo a quedar acéfalos, guardando la esperanza de escuchar algo que les despeje el panorama. Pero aquí los informados parecen ser otros.

Eso si es sencillamente vergonzoso, que los dateados sobre el futuro inmediato del país sean los representantes de un gobierno extranjero. Esta es una página que no tiene comparación con ninguno otro hecho de la historia nacional. Sea Cuba o El Congo el país en cuestión, aquí lo cierto es que hay ministros que ni siquiera pueden ver al presidente porque su salud es “secreto de Estado”. La pregunta que nos hacemos es ¿Cuál Estado? ¿El que personifican Los Castros tras el férreo control que vive Cuba desde hace más de 50 años? Se planifica, se decide, se pacta desde tierras extranjeras lo que pasará con Venezuela y eso solo puede llenarnos de deshonra. Ni es secreto de Estado, ni es monopolio de la familia. La salud del presidente debe ser un asunto público, como es su rol de funcionario electo para llevar las riendas del país por los próximos seis años.





La constitución no es ningún formalismo, es la ley fundamental, le sirva o no a los planes de Los Castros. Nuestra obligación es hacerla valer por encima de cualquier pretensión injerencista, digan lo digan, lo que aplica es que se activen los mecanismos constitucionales. La voluntad de Cuba no puede imponerse por encima del derecho soberano de los venezolanos de ser un país libre, dueño de sus propios destinos. Queda vigilar que se cumplan, labor que no es exclusiva de la dirigencia política sino también de cada ciudadano. Lo que se nos avecina es una nueva batalla por la independencia, donde como hace 200 años hoy tenemos a quienes pugnan por conservar los intereses extranjeros, pero somos más lo que luchamos por consolidar una patria que tenga como capital Caracas, no La habana. Una patria con un futuro seguro, no con pronóstico reservado a manos de pocos.

Brian Fincheltub

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