Tamara Suju Roa: Al futuro

Tamara Suju Roa: Al futuro

thumbnailtamarasujuLos últimos días han sido enviados a cárceles de máxima seguridad venezolanos que de alguna manera  han participado en las protestas que consecuentemente se siguen produciendo en todo el país.  Las edades varían entre los 18 y 62 años, pero el grueso son jóvenes que no alcanzan los 24.

Hay incluso algunos que no han terminado el bachillerato como Marcos Coello, preso desde el 12 de febrero en Polichacao. Javier Monguilo y José Manuel Tavares también tienen 18 años y el centro de reclusión ordenado por el Tribunal fue Yare III. Hay menores desde los 12 hasta los 17 años que ya han tenido la amarga experiencia no sólo de haber sido esposados, detenidos y presentados en tribunales de menores, sino que además ha sido víctimas de maltratos y torturas propinadas por funcionarios de los organismos de seguridad del Estado.

He conversado con algunos de los muchachos y muchachas que han sido liberados con medidas cautelares, y con algunos padres.  Los jóvenes que han sido maltratados sienten mucho temor de volver a vivir esa experiencia pero a su vez, una indignación que ha hecho que su forma de ver la vida de un giro de 180 grados.  Creo que tendremos futuros hombres y mujeres que aportaran a Venezuela si es que se quedan o a cualquier país del mundo donde estén, la enseñanza que les ha dejado esta terrible experiencia que han vivido y que les ha ayudado a discernir entre el bien y el mal y afianzar aún más los principios inherentes a la naturaleza humana, los valores democráticos y el respeto de los derechos humanos.





Y digo todo esto porque lo he visto en sus ojos. Lo he visto en la madurez de sus palabras que salen de unas mentes jóvenes pero muy bien ordenadas y que dejarían a cualquier experimentado profesional asombrado con su forma de pensar.  Quiero comentarles que la solidaridad que existe entre todos estos muchachos, no importa el estatus social, la universidad, el pueblo, ciudad o estado en el que estén, es impresionante. Que cada día le doy gracias a Dios por de alguna forma haberme puesto en su camino y conocerlos, aunque sea en las deplorables circunstancias de persecución y angustia y poder absorber y llenar mi espíritu de tanta juventud emprendedora, luchadora, ambiciosa de un mejor futuro y un mejor país.

He escuchado sus gemidos de asombro cuando les dictan privativa de libertad y cual será su centro de reclusión. Sus ojos voltean inmediatamente hacia nosotros sus abogados, buscando esa protección que todos queremos darles ante semejante patraña judicial. Pero esa reacción de asombro y miedo es momentánea. Enseguida se abrazan entre sí  y ese lazo de amistad y solidaridad que se ha forjado en estos senderos de lucha estudiantil y juvenil se fortalecen.  Se dan fuerza los unos a los otros. Y ahí estamos nosotros sus defensores, y ahí están sus padres, sus familias y sus amigos para velar por ellos, para seguir exigiendo justicia y para que muy pronto estén libres y puedan regalarnos con su digno ejemplo de valentía y lucha, la esperanza de ese país que ellos ya han visualizado como la Patria en la que quieren vivir.

Las cárceles venezolanas se han convertido hoy en los barrotes que pretenden encerrar la conciencia democrática de los ciudadanos. Desde el líder fundador del partido Voluntad Popular Leopoldo López, los Alcaldes electos por el pueblo Daniel Ceballos y Enzo Escarano, así como los 120 nuevos prisioneros políticos del gobierno de Nicolás Maduró le gritan al mundo que la persecución política y la represión se ha instalado en nuestro país. Nicolás  tuvo  en sus manos la gran oportunidad de gobernar apegado a la Constitución Nacional y demás leyes de la República, a recapacitar sobre el proyecto de poder que Chávez quiso imponer,  pero lamentablemente decidió seguir la línea irrespetuosa de la Constitución, continuar con la división y la constante instigación al odio  que hoy separa a Venezuela en dos mitades y continuar también con el modelo económico que nos ha llevado al  caos, ocupando los últimos lugares mundiales en esa materia, con una inflación imparable sumado al gravísimo problema de la inseguridad.

Pero no quiero empañar estas líneas que hoy escribo en honor a quienes son el futuro del país, con Nicolás.   Quiero recordar a aquellos jóvenes cuyos ojos no verán la nueva Venezuela.  Quiero decirles a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos que quienes quedan a cargo de realizar sus sueños los recuerdan y los llevan  en cada uno de sus pensamientos.  Que haber muerto con el tricolor pintado en su cara, alzando su voz, exigiendo sus derechos, convencidos de estar del lado correcto de la historia, de la justicia y de los valores democráticos y sociales que quizás muchos de nosotros han olvidado o ignorado por conveniencia o comodidad, los hace héroes de varias generaciones de hoy y de las que vienen, porque la historia no los olvidará.   ” Y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle y el coche lo atropella y cuando se asoma al balcón y cuando se arrima a la alberca” decía Andrés Eloy Blanco, en su poema “Los hijos infinitos”.