¿Temes salir después de la pandemia? Entonces quizás sufres el “síndrome de la cabaña”

¿Temes salir después de la pandemia? Entonces quizás sufres el “síndrome de la cabaña”

 

Al inicio del confinamiento, la mayoría de las personas vivían con la esperanza de que se tratara de unas cuantas semanas, un mes por lo mucho, sin tomar en cuenta que la propagación del virus se trata de algo totalmente grave de mucho más tiempo para evitar.





Por: Cultura Colectiva

Los primeros días estaban bien, tenías energía para terminar con todo aquello que tenías pendiente o aprender algo nuevo; después de unas semanas todo comenzaba a tornarse ansioso y desesperante; pero luego del mes, era escalofriante, salir, ver a las personas, pensar en la nueva normalidad. Y sólo piensas que para estar a salvo debes quedarte en casa y no incorporarte a tu vida de atrás: no más compras, no más contacto con personas, no ir al transporte público, etcétera, llevándote así a que padezcas el ‘síndrome de la cabaña’.

El síndrome de la cabaña consiste en el miedo intenso que sientes con el cambio de entorno después de estar mucho tiempo en encierro y aislamiento. Este padecimiento surgió en el siglo XX donde los primeros síntomas fueron registraros en los cazadores y buscadores de oro que pasaban meses aislados en sus cabañas, pues cuando tenían que regresar a la sociedad, tenían síntomas de desconfianza, agobio y miedo.

Para lograr la “nueva normalidad” pasarán semanas enteras, quizá meses para que logremos estabilizarnos, esto podría generar inmensa incertidumbre que puede llevarte a que tengas miedo de caminar en parques, en la calle, andar en bicicleta, etcétera, incluso este sentir podría convertirse en una fobia, un miedo que podría ser incontrolable y bloquearte a la hora de que intentes cumplir con tus tareas cotidianas.

Es importarte que identifiques qué es a lo que le tienes miedo para que puedas desactivarlo, de acuerdo con la psicóloga y colaboradora de la app Petit BamBou, Belén Colomina, dice cuáles podrían ser los factores:

1. Incertidumbre hacia un peligro tan cerca. El virus está ahí, vivo, sin embargo, no sabes quién lo tiene y quién no, lo que te provoca que aumente la atención y nervios ante todo lo que haces, tocas, caminas, etcétera.

2. Falta de control. Puedes ser muy disciplinado respecto a las medidas de seguridad e higiene, sin embargo, te sigue atormentando la idea si los que te rodean lo hacen de la misma manera. Esto puede generarte miedo, ansiedad e incertidumbre, incluso, enfado o rabia.

3. El virus, contagio o muerte cercana. Tu sensación de peligro hacia la exposición al virus aumenta, lo que puede provocarte ansiedad, agorafobia y miedos que te hacen huir del peligro aunque debas enfrentarte a él.