El Tiempo: Los inquietantes movimientos de Putin en Centro y Suramérica

El Tiempo: Los inquietantes movimientos de Putin en Centro y Suramérica

Vladimir Putin Presidente de Rusia (Photo by Attila KISBENEDEK / AFP)

 

 

 





 

 

Retirar a su embajadora de la sede diplomática en la avenida Koroviy Val Ulitsa, en el centro de Moscú. Esa es la medida que acaba de anunciar el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, como respuesta a la invasión de Rusia a Ucrania, así lo reseñó EL TIEMPO.

“No vamos a contemplar un ataque a la soberanía de ningún país, porque el día de mañana nos lo podrían hacer a nosotros”, aseguró el mandatario centroamericano.

Sin embargo, en su país, algunos sectores creen que con el anuncio busca distraer la atención en una investigación interna que viene avanzando silenciosamente y de la que también está enterado el Gobierno de Estados Unidos.

Se trata del supuesto pago de un soborno por empresarios rusos a Giammattei y su homólogo de El Salvador, Nayib Buquele, para que empresarios rusos puedan operar un puerto en las costas guatemaltecas a tan solo tantos 1.394 kilómetros de Miami (EE. UU.).

El acercamiento a Centroamérica sería tan solo una de las fases de la avanzada rusa hacia este lado del hemisferio, que buscaría alinear a Guatemala, Brasil y Argentina en el bloque prorruso que ya conforman Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Este paquete de países ha estado en la mira de Vladimir Putin desde que era agente de la KGB y se desplazó a Dresde, este de Alemania, en donde contactó a un par de colombianos (uno de ellos militar en Estados Unidos), clave en sus planes, como ya lo había revelado la escritora rusa Masha Gessen, autora del libro El hombre sin rostro.

Centrales nucleares

The New York Times publicó hace cuatro meses que un testigo asegura que el supuesto soborno en Guatemala, fue entregado en fajos de billetes, envueltos en un tapete.

Y hace dos días EL TIEMPO reveló que agencias de inteligencia verifican si uno de los ciudadanos rusos involucrados en esa trama es el mismo que llegó a Colombia en noviembre de 2021 en un lujoso jet privado de 25 millones de dólares: Alexander Vasyaev.

Ambos presidentes atribuyen esas versiones a calumnias. Al respecto, medios locales están denunciando una supuesta persecución contra operadores de la justicia que venían investigando ese y otro episodio que implicaría a Giammattei.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también acaba de tomar una postura frente a la invasión a Ucrania. Dijo que es una “exageración hablar de una masacre”, y agregó: “No hay ninguna sanción ni condena al presidente Putin, el voto de Brasil no está definido y no está ligado a ningún poder”.

Seis días antes de que Vladimir Putin ordenara la avanzada hacia Ucrania, estaba concluyendo una visita oficial de Bolsonaro al Kremlin.

Lo poco que se ha sabido de la reunión es que hablaron de la industria alimentaria y química y del uso pacífico de la energía nuclear con miras a que Rosatom, la corporación estatal rusa, esté dispuesta a participar en la construcción de centrales nucleares en territorio brasilero, incluidas instalaciones flotantes.

Trece días antes de que aterrizara Bolsonaro en Rusia, ya lo había hecho el presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien ha admitido que ese país es un aliado estratégico.

De hecho, su gobierno anunció que no les va a imponer sanciones diplomáticas ni económicas aunque pidieron el desescalamiento del conflicto. En sus reuniones con Putin, Fernández le ofreció que Argentina fuera su puerta de entrada a América Latina. Y dejó en claro que con ello busca que su país deje de ser satélite de Estados Unidos.

Pasando revista a aliados

Si bien la postura de Brasil, Argentina y Guatemala obedece a decisiones soberanas y autónomas de sus países, inquieta a los que creen que es evidente que Putin ya tiene desde hace varios años un pie puesto en esta región.

Es más, mientras los mandatarios suramericanos se desplazaban a Moscú, el viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov, estuvo en un viaje relámpago visitando a sus aliados. El jueves 17 de febrero aterrizó en Managua (Nicaragua) y un día después llegó a La Habana (Cuba). Antes de esos países, visitó Venezuela.

En el país vecino, Rusia tiene la presencia más grande en América Latina. Además de venderle aviones de guerra, tanques y fusiles, le está brindando apoyo técnico en el desplazamiento en la frontera con Colombia que el régimen de Nicolás Maduro viene ejecutando hace varios meses.

A eso se unen las revelaciones de EL TIEMPO de que se investigan millonarios giros desde Rusia a Colombia en plena época electoral.

No en vano, en menos de 72 horas, el presidente Iván Duque ha dicho que Colombia tiene las alarmas prendidas debido a la cooperación militar que le entrega Rusia a Venezuela y por las declaraciones del gobierno de Putin, en las que señalaron que, en caso de aumentar las tensiones con EE. UU., se fortalecerían en el país vecino.