Rafael Quiroz Serrano: Rusia y Ucrania detonan la economía mundial y ponen de cabeza el mercado petrolero

Rafael Quiroz Serrano: Rusia y Ucrania detonan la economía mundial y ponen de cabeza el mercado petrolero

El segundo día de marzo se celebró, vía teleconferencia, la vigésimo sexta reunión ministerial de la OPEP Plus marcando un record su corta duración de 13 minutos. En ella, los delegados acordaron continuar con el programa aprobado en julio 2021 de ir incrementando el suministro del grupo en 400.000 barriles diarios (B/D) a nivel mensual, de manera de terminar de reponer en lo que resta de año todo el crudo que fue retirado en abril 2020, a fin de corregir la gran acumulación de inventarios que se acopió al colapsar 30% el consumo global en ese mes y finalmente acumularse una caída de 10% anual en el año. Esta acción, vale recordar, se dio en el marco de recesión global generada por las acciones de los gobiernos para enfrentar la pandemia Covid-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2 y sus distintas variantes.

Esta reunión de la OPEP viene a darse a pocos días de iniciada la guerra Rusia-Ucrania, que va a agregar el picante al plato ya condimentado del controversial e impredecible mercado de los hidrocarburos, donde Rusia y Estados Unidos (EE.UU.), países eminentemente petroleros, asistirán como anfitriones al viejo Palacio Imperial donde estarán acompañados, a manera de comensales, por los perros de las guerras, fabricantes, compradores y traficantes de armas para atizar las guerras entre los pueblos.        

Así como la economía mundial retrocedió en 2020, como no lo había hecho desde la posguerra en el siglo pasado, en 2021, y en lo que ha sido de 2022, ha experimentado una recuperación sostenida gracias a la combinación de sendos programas de estímulos fiscales y monetarios, lo cual ha vigorizado la demanda de petróleo en la medida que se ha ido venciendo la pandemia gracias a la aplicación de vacunas desarrolladas en tiempo récord. 





Los inventarios petroleros se han ido ajustando a un ritmo moderado gracias a un manejo dosificado de la oferta por parte de la OPEP Plus, y una respuesta muy cautelosa por parte de los productores fuera de este pacto de cooperación energética liderado por Arabia Saudita y Rusia, destacando, en particular, una reacción comedida de las empresas que explotan las cuencas de lutitas en Estados Unidos (EE.UU.), al seguir centradas en una estrategia basada, principalmente, en rentabilidad primero que en producción per se, tal como lo hicieron entre 2014 y 2020, antes de la pandemia. 

El balance de este comportamiento en el mercado petrolero ha sido de una inclinación cada vez más notoria hacia una escasez de suministro, reflejada en una persistente curva de futuro descendente (Backwardation) en la cual los precios son mayores en las entregas de más corto plazo, significando un signo claro de déficit de oferta. A pesar de esta percepción de escasez, la OPEP Plus ha preferido seguir un curso moderado de incrementos mensuales de 400.000 B/D, teniendo en cuenta que el mercado está bien abastecido, dado el nivel de los inventarios acumulados en comparación a su promedio observado en los cincos años previos a la pandemia. 

Al mismo tiempo, la OPEP plus no ha reaccionado al comportamiento de los precios a pesar de que los mismos han registrado valores cercanos a 135 U$B, al juzgar que su movimiento alcista está mostrando, principalmente, una prima de origen político de entre 20 y 30 U$B, debido al temor de un salida del flujo petrolero ruso obstaculizado por el efecto secundario de las sanciones financieras aprobadas por EE.UU. y sus aliados europeos. El comunicado de la OPEP Plus lo expresó de la siguiente manera “(…) los fundamentos actuales del mercado del petróleo y el consenso sobre su perspectiva apuntaban a un mercado bien equilibrado, y que la volatilidad actual no es causada por cambios en los fundamentos del mercado sino por desarrollos geopolíticos actuales”.

No han faltado las presiones de los principales países consumidores, que se ven afectados por este elevado comportamiento de los precios del petróleo, al poner en riesgo la recuperación de la economía mundial, sembrar presiones inflacionarias y llevar a una mayor desaceleración a la prevista según los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año, y por ello no han dejado de exhortar a la OPEP Plus a que aumente su ritmo mensual de incremento de la oferta. La Organización no tiene nada de culpa ante los actuales incrementos de los precios del petróleo.  

La OPEP Plus se ha mantenido firme y ha preferido preservar la unidad interna en momentos que Rusia, un integrante clave de su acuerdo de cooperación energética, vive las presiones económicas originadas por la incursión militar en Ucrania. En su lugar, los países consumidores decidieron como lo hicieron en el último trimestre de 2021, utilizar de manera conjunta parte de sus reservas estratégicas, a pesar que en el pasado ese drenaje de reservas estratégicas no les dio mayores resultados. 

En esa oportunidad aprobaron una inyección de 80 millones de barriles (80 MMB) que irían llegando al mercado en varios meses. Ahora, aprobaron sumar 60 MMB en dos meses. El propósito es bajar la señal de escasez en el mercado respaldando la oferta y en consecuencia moderar los precios, sin embargo, la reacción del mercado ha sido de alza ya que no son los fundamentos los que están fallando, pues lo que está predominando en su comportamiento son variables geopolíticas muy coyunturales, que a su vez origina una prima por riesgo al suministro que va a llegarle a la estructura de la formación del precio del petróleo

De todas formas, el auto-embargo comercial de Occidente a Rusia está generando un impacto no visto en varias décadas, por ser este país uno de los principales productores mundiales de gas, petróleo, fertilizantes, minerales y productos agrícolas. Los temores apuntan a algo que el mundo desarrollado no ha sufrido en décadas: inflación aguda y escasez real de energía.

La peor crisis petrolera

No es en vano que Daniel Yergin, el reconocido historiador estadounidense del petróleo, haya dicho que “Esta podría ser la peor crisis desde el embargo petrolero árabe y la revolución iraní en la década de 1970”, agregando que la invasión rusa de Ucrania podría haber puesto en marcha una interrupción del mercado energético de la magnitud de las principales crisis petroleras de la década de 1970. Vale recordar que Rusia exporta alrededor de 7.5 MMB/D de petróleo y productos refinados.

Esta coyuntura ha terminado dándole la razón a quienes desde la OPEP Plus estiman que una oferta adicional de la producción bajo su manejo, tal como lo requieren los consumidores, no podría compensar la salida del crudo ruso que ya se estima por el orden de 2.5 MMB/D, habida cuenta de la parálisis de los comercializadores, empresas de navegación, compañías de seguros y hasta sector financiero, quienes se autoexcluyen de involucrarse en las transacciones con petróleo producido en Rusia, aun cuando si lo puedan hacer en el marco de las sanciones, ya que se evitó que se viera afectado el flujo de petróleo y gas de ese país. Amén del decreto de Biden de prohibición de importación de crudo y productos desde Rusia, que entra en vigencia a partir del 22 de abril de este año.  

Empresas como EXXON, BP y Equinor van a abandonar sus inversiones petroleras en Rusia y tan solo TotalEnergies ha desistido de hacerlo. Se trata, entonces, de impedir un efecto de retaliación por parte de consumidores y opinión pública. Según JPMorgan, 66% del petróleo ruso no encuentra compradores, y por ello especula que los precios del crudo podrían llegar a 185 U$B a finales de 2022 si se mantiene la actual crisis.

Vale la pena mencionar, para ilustrar este punto, que un cargamento del apetecible crudo ruso Ural se estaba vendiendo con un descuento de casi 25% y no conseguía compradores. Finalmente, Shell lo adquirió haciendo la salvedad, a través de una nota de prensa, que las ganancias aportadas por tal operación iban a ser destinadas a un fondo de ayuda a Ucrania. 

El factor Irán

La decisión de la OPEP Plus también reflejó la posibilidad de que el mercado pudiera abastecerse, en el corto plazo, por una entrada importante de crudo iraní, dado el optimismo que rodea la firma del acuerdo con Irán sobre el programa de enriquecimiento nuclear, ya que se levantarían las restricciones para que el país persa exporte su producción petrolera. Se estima que en seis meses podrían estar arribando, a puertos venezolanos, 1 MMB/D y hasta 1.5 MMB/D de crudo iraní en diciembre de este año. 

Además, por parte de la OPEP Plus está programado que aumente el aporte mensual al recalcularse la base de estimación para los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Rusia, Kuwait e Irak. De esta manera  no tenía mucho sentido incrementar el suministro mensual por parte de la OPEP Plus, siendo además, otra importante razón, el hecho de que algunos países no han podido cumplir su compromiso de aumentar su producción y por ello, se está observando desde hace varios meses un sobre cumplimiento en el recorte al cual están comprometidos los productores, lo cual dejaría en manos de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos la posibilidad de cumplimentar las necesidades del mercado, lo cual plantearía un conflicto en la cooperación.

Un punto no menos relevante que explica la cautela de la OPEP Plus, para no agregar barriles adicionales de crudo a los pautados en estos momentos, es el estrechamiento de la capacidad ociosa que eso supondría, ya que podría contrarrestar el efecto bajista esperado en los precios. Esto suele pasar si hay una percepción de escasez, por lo que usar el margen de capacidad cerrada puede ser contraproducente, además de no lograr que el mercado se rebalancee.

Venezuela

En este contexto de crisis mundial por el conflicto militar entre Rusia y Ucrania, para algunos estaría planteada la posibilidad de que la industria petrolera venezolana retome sus lazos comerciales con EE.UU. en virtud del interés mostrado por el gobierno de Biden al enviar a Caracas una delegación, supuestamente a fin de explorar la reanudación del envío de crudo de PDVSA a las tres refinerías ubicadas en los estados Texas, Illinois y Luisiana, adaptadas para procesar el tipo de petróleo producido en el país. La visita de la Delegación estadounidense, en este sentido, apunta muy probablemente, hacia otra dirección diferente al petróleo.

Esta necesidad ha surgido a consecuencia de las sanciones aplicadas a Rusia y que cerrarán, a partir del 22 de abril, la compra estadounidense de crudo y derivados importados desde ese país, estimada en 670 MB/D. De tales exportaciones rusas, el 70% de las mismas son productos o derivados, y el resto (30%) es propiamente crudo. Sin embargo, Venezuela tiene comprometida su mermada producción con China, Cuba e Irán, y el margen restante que pudiera colocarse en EE.UU. no compensaría el faltante que pueda dejar el cese de las exportaciones rusas que van a EE.UU. 

Venezuela -en estos momentos- no está en capacidad de sustituir a Rusia en el suministro petrolero a EE.UU. ya que habría que hacer inversiones significativas para recuperar la capacidad de producción (y refinación) que se ha perdido por el marcado deterioro de PDVSA. Con una producción actual de 875 MB/D, es imposible que para finales de este año Venezuela pueda alcanzar la meta de los 2 MMB/D, tal como lo han asegurado el presidente Nicolás Maduro y su ministro de petróleo Tarek El-Aisami, y mucho menos llegar a 3 MMB/D para fines de 2023. Esto no pasa de ser un simple mito y sueño otoñal de quienes se empecinan en hacer afirmaciones sin fundamento ni base alguna. Así se prolonga la historia del petróleo en Venezuela, casi siempre llena de falacias, mitos, leyendas y fabulas, que solo conciben, en épocas de crisis, mentes fantasiosas, audaces y atrevidas, donde solo se refugia la ignorancia activa.  

El reseteo o realineamiento político de las relaciones entre EE.UU. y Venezuela plantea una discusión que escapa del exclusivo ámbito económico y petrolero, y que puede complejizar su discusión y una rápida resolución, ya que está de por medio la estrecha relación estratégica entre los gobiernos de Maduro y Putin. La posición de respaldo de Maduro hacia Rusia ha sido muy clara y tajante, incluso a la expresada por Cuba, su otro gran aliado. De esta manera EE.UU. ha dado un vuelco en su diplomacia hacia Venezuela, y en la práctica ha reconocido al gobierno de Nicolás Maduro, pues éste fue el que “le respondió el teléfono en Miraflores”, y por lo tanto ha dejado a Guaido sólo, sin agua, colgado de la brocha y huérfano de padrinazgo. Así demuestra la “Casa Blanca”, una vez más, que en diplomacia no existen amigos, y que los países solo tienen intereses; y que -como diría Kissinger- en Relaciones Internacionales “No hay almuerzo gratis”.