Los síntomas de una conmoción cerebral que pueden aparecer años después

Los síntomas de una conmoción cerebral que pueden aparecer años después

Incluso una conmoción leve puede tener serias consecuencias para la salud.@[rattanakun] via canva.com

 

 

Prácticamente todo el mundo recibe algún golpe en la cabeza en algún momento de su vida, por ejemplo practicando deportes de contacto o por caídas accidentales. La mayoría de las veces no son graves y no tienen mayor trascendencia, pero en ocasiones incluso un traumatismo ‘suave’ de este tipo puede tener un impacto importante en la salud a largo plazo.





Por 20minutos

Más de un tercio de las conmociones tienen consecuencias

Así lo pone de manifiesto un estudio neozelandés que ha encontrado que hasta ocho años

después los adultos que han experimentado una conmoción cerebral suave reportaban más signos continuos, depresión y problemas con el trabajo que aquellos que nunca la habían recibido.

No obstante, el artículo en cuestión, publicado en el medio especializado PLOS One, resalta que esto no significa que este tipo de eventos necesariamente tenga consecuencias a largo plazo, sino más bien que aumenta el riesgo de padecerlas.

“Se estima que más de 10 millones de personas en el mundo al año experimentan un traumatismo cerebral, de los cuales entre el 70 y el 95% serían leves. Los efectos de la conmoción cerebral severa están bien documentados, pero se sabe mucho menos de los leves”, explican los autores.

“Más de un tercio (36%) de los participantes en la investigación reportaron estar aún afectados por la conmoción cerebral que sufrieron hace ocho años”, añaden

Consecuencias en la salud mental
La conmoción cerebral se produce cuando la cabeza se golpea contra algo o, incluso, por cambios muy bruscos en la dirección del movimiento del cuerpo. En estas situaciones, los cambios extremos y repentinos en el movimiento afectan al tejido cerebral, ‘estirando’ los axones de las neuronas, lo que puede provocar una sintomatología muy variada que incluye pérdida de consciencia, dolores de cabeza, náuseas, visión borrosa o cambios de humor.

Para observar si esto tenía efectos a largo plazo, los autores de la investigación reclutaron a un total de 151 pacientes que contestaron una encuesta inicial y luego otra ocho años después. Junto a ellos, se reclutó un grupo de control formado por el mismo número de personas.

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