Germán G. Creamer: Hacia la emisión neta cero de gases contaminantes

Germán G. Creamer: Hacia la emisión neta cero de gases contaminantes

El aumento de la temperatura durante este verano se ha sentido en el mundo entero afectando significativamente la calidad de vida de millones de personas, así como la cadena de suministro de bienes a mundial. Se estima que para el 2100, la temperatura del planeta aumentaría en más de tres grados Celsius. El cambio climático y las emisiones de carbono se han convertido en nuevos factores de riesgo tanto a nivel corporativo como a nivel de riesgo país. 

La disrupción de la cadena de suministro a raíz de la pandemia del Covid-19 se ha aumentado por el calentamiento global que ha originado grandes sequías y la reducción de los niveles de agua de importantes ríos, como el Danubio y el Rin en Europa y el Paraná en Argentina, que permiten la circulación de grandes embarcaciones comerciales. 

Alrededor del 80% del comercio mundial se traslada, en algún momento, por algún tipo de barco y dado que el comercio a nivel marítimo se ha triplicado en los últimos 30 años, este problema tiende a aumentarse. Más aún se crea un círculo vicioso difícil de romper ya que los navíos requieren un mayor uso de combustible para navegar en ríos con bajo nivel de agua, y los puertos y las vías acuáticas se congestionan. Aunque las corporaciones buscan soluciones para enfrentar estos problemas, esta situación solo puede enfrentarse seriamente con la implementación de políticas públicas a nivel mundial. 





En este sentido, la reciente aprobación de la Ley de Reducción de la Inflación por el Congreso de EE. UU. tiene una gran importancia desde el punto de vista ambiental y cambio climático. Si bien el impacto de la versión final de esta ley es mucho menor a la propuesta inicial, representa un importante éxito para la administración Biden al acercarle a su meta de emisión cero en el 2050 y a la reducción en un 50-52% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el 2030 según el Acuerdo de París. 

Esta nueva ley tiene un impacto a nivel mundial dado que EE. UU., le sigue a la China, como el principal emisor de estos gases, y a la vez, sirve de ejemplo para la aprobación de leyes similares en el resto del mundo.  Aunque esta ley todavía no incluye impuestos a la emisión de carbono, incluye USD 369 millardos en inversión y subsidios fiscales que se espera atraigan inversión privada para el desarrollo de una serie de iniciativas de investigación y desarrollo de energías alternativas, como la energía eólica y solar, y la promoción de vehículos eléctricos. 

Aunque China suspendió las conversaciones con EE. UU. acerca de cambio climático a raíz de la visita a Taiwán por parte de Nancy Pelosi, la vocera de la Cámara Baja del Congreso, hay noticias alentadoras como el anuncio de Alemania de invertir € 177 millardos en los próximos cuatro años en el desarrollo de energías alternativas. El siguiente desafío es como extender estas medidas a los países en desarrollo que tienen una capacidad limitada para lidiar con los efectos del cambio climático, pero tienen la responsabilidad de cuidar y preservar los grandes pulmones de la humanidad como son la Amazonía, el parque nacional Canaima y la selva del Congo.