“Me abracé a la antena del techo y volví a nacer”, relató otro sobreviviente en Las Tejerías

“Me abracé a la antena del techo y volví a nacer”, relató otro sobreviviente en Las Tejerías

Los residentes permanecen afuera de una casa dañada luego de un deslizamiento de tierra durante las fuertes lluvias en Las Tejerias, estado de Aragua, Venezuela, el 9 de octubre de 2022. (Foto de Yuri CORTEZ / AFP)

 

José Santiago pasó 40 minutos abrazado a una antena mientras una descomunal crecida arrastró varias casas a su paso, incluida la suya: es un sobreviviente del deslave que dejó al menos 25 muertos y 52 desaparecidos en el pueblo de Las Tejerías, en Venezuela.

“Me atrapó el río y no hallé más recurso que montarme en la placa (techo) y me abracé a la antena”, relató José, de 65 años, agradecido tras haber sobrevivido. “¡Volví a nacer!”





Copiosas lluvias han castigado a Venezuela este año dejando 13 fallecidos más en otras regiones.

La población quedó sin electricidad y sin comunicaciones: las antenas de las operadoras telefónicas también fueron arrastradas por la corriente. Montones de troncos estaban apilados tras ser arrastrados por la furia del agua.

José, que ha vivido en Las Tejerías por años, se percató que el agua se metía con fuerza en su casa tras la crecida simultánea de cinco quebradas. Pensó que estaría a salvo en el techo, pero el caudal desbordado subió tanto que lo atrapó en cuestión de minutos.

Abrazado a la antena de telecomunicaciones sintió como troncos y otros objetos le pasaban cerca y vio con el agua elevaba autos y fragmentos de viviendas.

“Me llegó el agua aquí (al cuello), ya estaba listo (para morir), si llueve cinco minutos más me ahogo”, relató a la AFP. Apenas descendió el agua unos 10 vecinos corrieron a rescatarlo.

“Como el ave Fénix”

María Gracia Carvalhais, una comerciante de 60 años que llegó a Venezuela desde Portugal cuando tenía dos años, trataba de contener las lágrimas al ver la ferretería que su familia fundó hace más de seis décadas devastada.

El violento caudal subió varios metros hasta ingresar al negocio que gerencia junto a su esposo. Las puertas metálicas del local fueron derribadas por la corriente.

“El agua tumbó las dos puertas de la ferretería”, contó mientras señalaba una huella de barro en la pared.

Trabajadores y vecinos la ayudaban a sacar montones de escombros con palas.

María calcula que el 80% de su local está destruido: las paredes colapsaron y los productos quedaron cubiertos por el lodo.

“Todo se dañó, pero lo importante es que estamos vivos”, se consoló María.

“La lluvia de ayer (sábado) era extraña, venía manejando desde La Victoria [20 km al oeste], tenía el sol detrás y adelante la nube más negra que he visto en mi vida con dos arcoiris formados dentro”, describió María, quien aseguró fue la lluvia más fuerte que recuerda en los últimos 30 años.

Al lado, su hermana Karina de Faría, de 53 años, también contemplaba la destrucción de su panadería. Con la crecida logró sacar a sus seis trabajadores y refugiarlos en la parte más alta del pueblo.

Toca “darle gracias a Dios que estoy viva, porque hay muchos muertos, y todos mis empleados están vivos”, relató Karina entre sollozos.

“Como el ave Fénix vamos a surgir”, añadió su hermana María Gracia.

Equipos de rescate retiraban con maquinaria árboles gigantescos arrastrados desde la parte alta de la montaña, además del sedimento que cubrió las calles.  “Se vino demasiado rápido, no dio tiempo a nada”, afirmó Carlos Camejo, de 60 años.

Con información de AFP