El dulce sabor del éxito: Careli Bello, la arquitecta venezolana que se convirtió en la reina de los postres en Florida

Careli Bello
Foto: Careli Bello

 

La arquitectura y repostería pueden ser una dupla ideal en mentes brillantes, así como lo ha demostrado la barquisimetana Careli Bello. Incorporó determinación con esfuerzo desmedido como ingredientes principales, añadió grandes porciones de confianza y mezcló su creatividad para diseñar un sueño y materializarlo en Estados Unidos. La fiel muestra de sus habilidades es Wonder Sweets Bakery, un espacio pintoresco con variados postres que abrió sus puertas hace dos meses en Florida.

El éxito de este negocio va más allá de preparar dulces agradables a la vista y al paladar. Requirió de diversas estrategias para hacerlo poderoso y memorable, pero no ocurrió de la noche a la mañana. Comenzó en la sala de su casa y luego lo trasladó hasta un reconocido centro comercial. Hoy en día, los venezolanos reconocen a esta latina como “la reina del golfeado” mientras los estadounidenses se deleitan con su espectáculo de sabores con toque criollo. La emprendedora contó a La Patilla cómo fusionó dos profesiones para convertir sus tortas en obras de arte comestibles.





Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com

Careli vivió su niñez en Barquisimeto y admitió que desde temprana edad desbordaba pasión por los postres gracias a la dedicación de su abuela como pastelera. Estudió arquitectura en la Universidad Central de Venezuela y ejerció su profesión durante mucho tiempo en su país. Una propuesta laboral la llevó a emigrar a México donde estuvo siete años.

Se preparó en universidades de Europa sin abandonar su oficio. Tiempo después, una razón muy particular la impulsó a cambiar el rumbo de su vida y establecerse en Estados Unidos. “Me enamoré y mi actual esposo es nacido acá en EEUU, pero de padres mexicanos. Lo conocí en México y desde que comenzamos nuestra relación me dijo: ‘Estoy aquí como prestado porque vine a estudiar en la universidad y quiero regresar a EEUU, porque para mí es mejor evolucionar en aquel país que aquí’”, manifestó.

Una pasión, dos mundos

En Ciudad de México la pareja se asoció con un chef venezolano y abrieron un restaurante. En ese momento, Careli ya se desempeñaba en el área de la repostería y en 2017 viajaron hasta suelo norteamericano. “Cuando tomamos la decisión de emigrar, traspasamos todo el negocio a nuestro socio, pero obviamente ya yo venía de elaborar postres para la venta”.

En aquel entonces, se encontró con una serie de barreras y se enfrentó a la desventaja de no hablar inglés: “No podía ejercer mi profesión por cuestiones de normativas, leyes y comienzo a dedicarme al área de cocinas…emigré sin saber el idioma y en su momento fue muy difícil porque obviamente como no lo dominaba me tocó trabajar en la parte del restaurante, lo que ameritó mucho esfuerzo, sacrificio, aprender cosas completamente nuevas que nosotros los venezolanos no estamos acostumbrados, porque en Venezuela no se desarrolla la carrera de cocina como se desarrolla en este país”.

Foto: Careli Bello

 

Sin embargo, se enfocó en aprender el idioma y luego de trabajar varios años en restaurantes, encontró una nueva brecha para retomar su profesión como arquitecta, pero no resultó como esperaba.

“Una de las empresas donde trabajé en Venezuela se enteró que estaba aquí y me contrataron. Una vez que me traslado al área de la arquitectura, comenzó a haber este típico problema: ‘Bueno, como no tienes licencia ni papeles en cuanto a ejercer tu carrera, el salario va a ser tanto’. Estaba trabajando como arquitecta y pensé que podía adaptarlo a mi estilo de vida. Pero llegó un punto en que era arquitecto, ejercía, desarrollaba proyectos, hacía planos, atendía clientes y yo seguía ganando el salario de, digamos que de cualquier persona que no ejerciera ese tipo de carrera. Un día me senté a hablar con mi esposo y le dije: ‘Creo que esto de ejercer la arquitectura sin licencia y todo esto no me resulta porque trabajo como profesional y no recibo el pago que merezco’”.

Foto: Careli Bello

 

Contó que desarrolló habilidades en los oficios que le encantaban en busca de alcanzar una estabilidad económica y se especializó aún más en la pastelería profesional. Tenía la pasión, el amor, me gustaba cocinar, no me quedaba mal, pero quería adaptarme a la sociedad americana, qué es lo que le gusta, cómo le gusta, cómo lee, porque no es lo mismo un postre latino a un postre que le gusta al americano. Comencé a hacer cursos y era mitad arquitectura, mitad pastelería y así estuve por un rato largo. Luego, comencé a conseguir empleo en las pastelerías y era un part time en arquitectura y también en pastelería”.

Careli recordó que se esmeraba con entusiasmo en ambos empleos, porque no podía abandonar la ilusión de dejar a un lado su formación que le costó tantos años para ser arquitecta. “Pero llegó un punto en que honestamente ganaba mejor como pastelero que como arquitecto. Y ahí fue cuando tomé la decisión de dejar la arquitectura casi al 100% y dedicarme netamente a la pastelería. Comencé a buscar dos empleos de pastelería, porque en este país tienes que tener dos y tres empleos para poder tener una estabilidad económica. De esa manera comencé a dedicarme a la pastelería”.

Arquitectura comestible

Un año después de desenvolverse como pastera, aterrizó la idea del emprendimiento propio. Aunque en ese instante, las obligaciones y el cansancio aumentó. “Caí en lo mismo, porque igual, era experta haciendo tortas, pero seguían pagando un salario básico, por así decirlo, y empecé de a poquito en la sala de mi casa, una mesita, un estante, el horno de la cocina y la nevera de mi casa. Tenía tres trabajos porque laboraba en una pastelería de 06:00 de la mañana a 04:00 de la tarde. Luego, me iba a la otra pastelería donde estaba hasta las 11:00 de la noche y de ahí llegaba a mi casa a hornear pasteles o decorar de lo que tuviese como pedido”.

Careli Bello
Foto: Wonder Sweets Bakery

 

A medida que transcurrían los días, la criolla perfeccionaba más sus técnicas y descubrió que tanto la arquitectura como la repostería podían juntarse para crear postres auténticos. “Fue el match perfecto porque muchos de mis clientes me miran y dicen: ‘Tus tortas son obras de arte’. Y les comento: ‘Es arquitectura comestible porque realmente tiene mucho en común’. El hecho de tener una visión espacial cuando el cliente te habla de sus ideas y tú plasmarlas en 3D en tu mente es una habilidad que te desarrolla la arquitectura.

Aparte, tener conocimiento, cómo estructurar un cake para que no se te caiga, para que no se resbale. Y creo que lo más importante de haber comenzado como arquitecto es que tienes el gusto, el detalle y la creatividad para desarrollar estas tortas tan increíbles. Ser arquitecto es súper importante para desarrollar la pastelería, porque también las habilidades manuales no se desarrollan de un día para otro. Hacer tantas maquetas durante toda mi carrera, tantos planos en 3D y poder tener el gusto por el detalle o cómo plasmar en material algo es súper importante. Pienso que la arquitectura y la pastelería se llevan de la mano”.

El proceso no fue sencillo, pero el empeño por sacar a flote el proyecto se fortalecía sin tregua. Careli contó con el apoyo de su esposo y sus padres para materializar su sueño. “No tengo socio, es netamente familiar, pero sí puedo decir que un amigo venezolano fue el que me dio ese empujón como para montar el negocio porque me dijo: ‘Ya tienes todo, los equipos, la experiencia, hablas inglés, tienes una imagen, una marca hecha, un público. ¿Qué esperas para abrir un negocio?’”, expresó.

Fábrica de sabores

En noviembre del año pasado, Wonder Sweets Bakery abrió sus puertas en The Mall at Wellington Green, un centro comercial ubicado en Florida. “Fue ese escalón que necesitábamos lograr porque después de tanto trabajo y haber evolucionado a Wonder desde la sala de mi casa, después pasó a ser un cuartito de la siguiente casa. Luego compramos nuestra casa y adecúe todo el garaje como pastelería. Llegó un punto en que ya Wonder tenía tanta imagen y presencia ante el público que necesitaba ofrecerle a mis clientes un lugar físico donde, por ejemplo, los novios vinieran a hacer sus pruebas de cake, los clientes se sintieran tranquilos de que no le están dando el dinero a una persona que escribe nada más por detrás de una pantalla, sino que tienen un sitio donde venir a verme, a conocerme, a probar, no solamente contratar un cake, sino también toda la cantidad de postres que ofrecemos hoy en día en la tienda”.

Careli Bello
Foto: Careli Bello

 

El rincón de sabores ofrece una amplia gama de productos como galletas, cupcakes rellenos, quesillo, flan de vainilla, torta de pan, de vainilla con chocolate, tres leches, brazo gitano, mini cakes, entre otros postres americanos. Aunque en esta presentación no podemos obviar los golfeados, el dulce típico que mejor define a la repostera estrella.

Puedo decir que para los venezolanos soy la reina del golfeado. Todo el mundo me dice la reina del golfeado porque es un producto que ha evolucionado durante los años y con la misma opinión de mis clientes: ‘Mira cambia esto con esto, ponle esto, quítale aquello’. Ha evolucionado hoy en día a un punto en que puedo decir que no tiene nada que negarles a los golfeados caraqueños ni a ningún golfeado venezolano. No ha sido fácil, porque los productos acá no saben igual, pero creo que el golfeado me representa 100%”, aclaró.

Foto: Careli Bello

 

La gratitud y satisfacción de la joven larense se refleja en su sonrisa, pues Wonder Sweets Bakery es la fábrica de exquisiteces donde expresa libremente lo que más le apasiona pero a su vez, representa grandes experiencias.

“Me siento feliz porque puedo demostrarles a muchas personas que en su momento me dijeron: ¿Por qué vas a dejar México si trabajas como arquitecto y te vas a ir a Estados Unidos a limpiar baños? Puedo decir que en un corto tiempo sin tener ni un colchón económico ni porque la gente diga: Tu esposo es americano, se te hizo más fácil. Nada que ver. Puedo afirmar que lo logré con mucho esfuerzo, sin saber el idioma logré dominarlo y llegar hasta aquí con mucha constancia. Es cuestión de que entendamos que las cosas no te van a llegar de la noche a la mañana, que no vas a crecer de un día para otro y que, si realmente sueñas y deseas algo, debes ser tú quien salga todos los días a la calle a conseguirlo.

Venezuela en un bocado

La emprendedora dejó claro que los sacrificios son parte de este camino y que, aunque para muchos es difícil llegar a la meta, nunca es imposible. Además, su motivación se hizo evidente hacia los cientos de criollos que han emigrado a EEUU. Me siento orgullosa de lo que he logrado, satisfecha con lo que he conseguido y pienso que puedo ser un ejemplo a seguir para muchos venezolanos que no crean que todo es limpiar, que todo es ser empleado. El mejor consejo es enfocarse en lo que quieren, aprender el idioma es muy importante, pero sobre todo salgan a la calle a luchar por lo que quieren. Siempre es lo más importante”.

Foto: Careli Bello

 

Careli sabe qué la diferencia de la competencia, pero está consciente que hay puntos de vista distintos en un mercado tan amplio. En primer lugar, desde la perspectiva hispana, dominar el idioma y tener presencia física en un lugar completamente americano le permitió marcar un hito personal. Pero por otro lado, también está el enfoque estadounidense, y allí se destaca por la elaboración tradicional de sus productos.

“Aquí los americanos le llaman ‘scratch’, que todos los productos son hechos con harina, mantequilla, huevo, leche, azúcar, cosa que el mercado americano lamentablemente ha perdido, porque aquí todo es instantáneo, casi todo es comprar una cajita, le echas huevo, lo bates y listo. Entonces, dependiendo del punto de vista del mercado donde lo veas, son dos cosas que nos ha diferenciado de la competencia”.

Aunque la mayoría de su clientela es estadounidense, para esta joven emprendedora es importante llevar a sus paisanos un pedacito de los sabores criollos, que les permita cerrar los ojos por un instante y poder trasladarse de nuevo al país caribeño solo con el paladar.

Foto: Careli Bello

 

“Siempre tengo el venezolano que me pide el brazo gitano, que me pide la milhojas, que me pide profiteroles, que me pide golfeados. Realmente sí mantengo mi mercado venezolano para los productos, porque muchos de ellos me dicen: ‘Tú me traes a Venezuela en un bocadito de tus postres’. Aunque tengo un mercado americano, no he perdido este sabor que le permita a mis clientes venezolanos tener un poquito de Venezuela en ese postre y realmente la receptividad ha sido bastante buena”.

El trabajo apenas empieza y Careli lo sabe muy bien. A pesar de ser la dueña del negocio, trabaja siete días a la semana sin descanso.  “Soy la que hace las compras, la encargada del personal, de la atención al público, la que atiende el teléfono. Hoy en día sí hemos crecido, pero seguimos siendo una empresa pequeña, por lo que el trabajo no para. Al contrario, ahora es más”.

Careli Bello
Foto: Careli Bello

 

La proyección para este 2023 es expandir su tienda ya que en poco tiempo el local les quedó pequeño. Y por supuesto, ampliar su clientela enfocada directamente a los cakes. “Esa va a ser la siguiente evolución”, auguró.

Aunque Careli Bello trasladó un pedacito de Venezuela a tierras norteamericanas, añora con entusiasmo el cariño latino que está un poco ausente y a pesar de que su familia se encuentra cerca de ella, la invade la nostalgia del lugar donde creció. “Soy de Barquisimeto y extraño mis calles, mis vecinos y muchas comidas que aquí no las encuentro“, finalizó.