¿Por qué el Líbano lleva tres meses sin un jefe de Estado?

La bandera nacional libanesa ondea en Beirut, Líbano, el 18 de agosto de 2020. REUTERS / Hannah McKay

 

El Líbano cumple hoy tres meses sin un jefe de Estado ante la incapacidad de los diferentes bloques parlamentarios para encontrar un candidato de consenso, mientras la crisis económica continúa agravándose a pasos agigantados y la libra libanesa está de nuevo en caída libre.

El Legislativo del país mediterráneo ha celebrado ya once votaciones presidenciales sin que ningún postulante lograse la mayoría absoluta necesaria para ser nombrado, dejando patente que la única salida al punto muerto pasa por un acuerdo de mínimos entre las distintas fuerzas políticas.





Estas son algunas claves para entender el actual escenario político en la nación de los cedros y las consecuencias del prolongado vacío de poder:

1. EN CLARO PUNTO MUERTO

De acuerdo con la Constitución del país, la Cámara debía haber elegido a un jefe de Estado dentro de los dos meses anteriores a la salida del último presidente, Michel Aoun, cuyo mandato acabó expirando el pasado 31 de octubre sin que se hubiese encontrado a un sucesor.

Desde entonces, el jefe del Parlamento, Nabih Berri, ha seguido convocando sucesivas sesiones con este fin, pero ninguna de ellas ha sido exitosa pese a que a partir del segundo intento la ley rebaja los apoyos mínimos necesarios a la mayoría absoluta, establecida en 65 votos.

Esta es la tercera vez que se produce un vacío en la jefatura de Estado desde el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri en 2005 y la consecuente creación de dos grandes coaliciones enfrentadas: la prosiria Alianza del 8 de Marzo y la antisiria Alianza del 14 de Marzo.

El Palacio Presidencial ya estuvo deshabitado desde que terminó el encargo de Emile Lahoud en noviembre de 2007 hasta el nombramiento de Michel Suleiman en mayo de 2008, y de nuevo desde la salida de este en 2014 hasta la designación de Aoun en 2016.

2. EL CONSTANTE “DÉJÀ VU”

En cada intento de elegir a un sucesor para Aoun, el candidato más votado ha sido Michel Moawad, hijo del asesinado expresidente Rene Moawad y quien, pese a contar con el respaldo de importantes grupos cristianos como las Fuerzas Libanesas, suele quedarse a alrededor de una veintena de papeletas de la mayoría.

Moawad es contrario al poderoso grupo chií Hizbulá, que ya ha advertido contra la designación de un presidente opuesto a la “Resistencia” y que hasta el momento ha votado siempre en blanco, al igual que sus compañeros de la Alianza del 8 de Marzo.

Aunque desde el pasado año ningún bloque tiene mayoría en el fragmentado Legislativo libanés, la Alianza del 8 de Marzo cuenta con escaños suficientes como para imposibilitar la elección de un candidato rival, a no ser que casi la totalidad de fuerzas restantes se alíen entre sí.

Por el momento, los defensores de Moawad han fracasado a la hora de captar más adeptos y su nombramiento parece poco probable, mientras siguen sonando como posibles candidatos Suleiman Franjieh, nieto del expresidente de mismo nombre, o el actual jefe del Ejército, Joseph Aoun.

3. UN GOBIERNO DIVIDIDO

La polarización del ecosistema político libanés también hace mella en el Gobierno, que está en la interinidad desde el pasado junio al no haberse logrado formar uno nuevo debido a las dificultades para encontrar un reparto de carteras que contente a todos los partidos y grupos religiosos.

El Gabinete de Ministros asumió los poderes presidenciales ante el vacío en la jefatura de Estado, algo a lo que se opone la formación de Aoun, el Movimiento Patriótico Libre, por considerar que erosiona la figura de presidente de la República, reservada para un cristiano.

En los últimos tres meses, se han celebrado dos Consejos de Ministros extraordinarios para lidiar exclusivamente con asuntos urgentes y está previsto que tenga lugar un tercero en los próximos días, unas reuniones que han contado con la presencia de los ministros de Hizbulá.

El asunto ha desatado rencillas internas incluso entre dos de los principales miembros de la Alianza del 8 de Marzo: el Movimiento Patriótico Libre y Hizbulá.

4. LA LIBRA EN CAÍDA LIBRE

En este contexto, la crisis económica desatada en 2019 se ha ido agravando y, en las últimas semanas, la libra libanesa ha llegado a superar las 63.000 unidades por un dólar en el mercado negro, un récord histórico para esta moneda que ha perdido más del 95 % de su valor en poco más de tres años.

Con tan solo un Gobierno con capacidades limitadas al frente del país, tampoco ha habido muchos avances en la implementación de las reformas demandadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el potencial desembolso de ayudas por valor de 3.000 millones de dólares para el Líbano sigue en el limbo.

El país no podrá tener un nuevo Ejecutivo con plenos poderes si no se nombra primero a un jefe de Estado. EFE