La aventura de Polina Dyomkina: cómo una historia de amor que nació en Bielorrusia la llevó a descubrir Venezuela

La aventura de Polina Dyomkina: cómo una historia de amor que nació en Bielorrusia la llevó a descubrir Venezuela

Polina
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Polina Dyomkina tiene tez blanca, ojos verdes y melena con destellos rojizos, pero lo que más resalta en ella es su auténtica personalidad. La joven es nativa de Bielorrusia y a sus 23 años ya es toda una sensación en redes sociales y en TikTok es un boom por sus videos virales. La modelo y también profesora de idiomas pasa sus días en la capital caraqueña y comparte lo mejor de nuestro país a los extranjeros. ¿Qué la motivó a mudarse a Venezuela? La Patilla fue tras la respuesta.

Por: Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com





Polina creció en Minsk, Bielorrusia, y nunca había recorrido América Latina hasta que un venezolano la condujo a experimentar la aventura de su vida. En 2020 conoció al joven, se enamoraron y decidieron iniciar una relación.

“En septiembre de 2021, me llevó a Venezuela para conocer a sus padres y el país, la cultura latina y la gastronomía nacional. En marzo de 2022, nos mudamos juntos a Venezuela debido a la situación política en el mundo eslavo. Por ese entonces, estábamos viviendo en Moscú, Rusia, mencionó.

Empezó una nueva etapa en medio de diferentes culturas y se adaptó poco a poco al trato de los venezolanos, tanto así que sintió una conexión especial que mantiene presente. “Mi primer mes en Venezuela, me recuerdo hablando con mi mamá y diciéndole: ‘Siento que los venezolanos me dan tanto amor y apoyo, no tengo idea de cómo puedo devolverles todo’”, resaltó.

A su vez, acotó muchas características positivas que la asombraron desde el primer instante. “Me enamoré de los venezolanos, me sorprendió mucho que aquí la gente de 45-50 años todavía se considera muy joven y tiene un estilo de vida muy activo. Me sorprendió la positividad de la gente, lo fácil que es hacer amigos, empezar y mantener una conversación”.

Aunque no pudo dejar de admitir que experimentó días difíciles porque la invadía la nostalgia al estar lejos del afecto de su familia. “Creo que la mayor frustración fue porque aquí no se aprecian tanto los límites personales como se aprecian en mi hogar. Pero creo que esta cultura ya ha tenido un gran impacto en mi personalidad y estoy eternamente agradecida e incluso un poco asustada de regresar a mi cultura y ver a la gente con esas caras tristes y descontentas”.

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Su familia, en cambio, al principio estaba un poco asustada por su estadía en Venezuela, pero ahora se sienten contentos porque notaron que Polina encontró su felicidad.

La “bielorrusita que vive en Caracas”, como se describe, se propuso sacar a flote sus talentos y trabaja como modelo, promocionadora, además de dedicarse a enseñar ruso. Durante su estadía en Venezuela, visitó algunos destinos turísticos como Lechería, Valencia, Morrocoy, Choroní, Canaima, Los Roques, Margarita y La Colonia Tovar. Aunque, dijo que su anhelo es conocer Mérida y Roraima.

Convertirse en un personaje tan influyente en TikTok nunca estuvo entre sus planes. Sin embargo, aseguró que disfruta la experiencia y el aporte que concede a su trayectoria profesional. “Esa fue la experiencia más loca de mi vida. Puedo decir que me ayudó a enfrentar todas las dificultades culturales, a encontrar amigos y personas con las que compartir mi tiempo, a descubrir nuevas perspectivas en mi carrera, a encontrar clientes para mis clases e incluso a aprender español”.

Para Polina, desde el primer momento que puso un pie en Venezuela, la ciudad de Caracas y su gente la cautivaron y su idea principal era tener una estadía prolongada en el país.

También, el conflicto en Europa entre fuerzas rusas y ucranianas es un tema que afecta a la joven bielorrusa. Detalló que aunque entiende las intenciones de Rusia, no apoya las hostilidades y siente mucha tristeza por todo lo que está sucediendo.

Antes de llegar a tierras tropicales, Polina tenía algunos estereotipos de los latinos, pero al convivir con ellos, descubrió que algunos de ellos eran veraces: “Que las personas latinas son muy orientadas a la familia, eso es completamente cierto. Creo que es hermoso tener tradiciones familiares y pasar tiempo de calidad con la familia. En mi hogar estamos más separados”, afirmó.

Sin embargo, otros estereotipos que tenía sobre los latinos, como la puntualidad y el tiempo que se la pasan de fiesta, a Polina no le molesta en lo absoluto y lo catalogó como “almas que nunca envejecen”.

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Al enumerar las cosas que le gustan de Venezuela, Polina mencionó el clima, la naturaleza, las frutas, pero también se centró en varios aspectos sociales, como la calidad de los estudios universitarios, donde asegura que hay mejores instituciones que en su país y, sobre todo, la personalidad de la gente. “Siempre positiva, muy solidaria, dispuesta a dar lo último para hacer a todos felices”, destacó.

No obstante, mencionó algunas cosas que no le gustan, como la ciudad “locamente cara”, la falta de infraestructura para caminar o andar en bicicleta, la desigualdad social, el descuido por parte del gobierno hacia la capital y mucha burocracia.

“Tuve que ir a tres Saime antes de que me dijeran que necesitaba ir a uno más para hacer mi documentación. Es muy difícil abrir una cuenta bancaria, incluso tener una tarjeta SIM”.

Asimismo, Polina rememoró algunas anécdotas curiosas, como cuando alguien la reconoció en su edificio y le trajo un gran tobo de mangos. “También en otra ocasión recuerdo que la gente pasaba por mi edificio y gritaba: ‘Polina te amo’. Y cuando acababa de entrar al aeropuerto, el policía que trabajaba allí se acercó a mí como si fuera una persona muy importante y me puso directamente al principio de la cola”.

¿Por cuánto se quedará Polina en Venezuela? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro, es que ella es un ejemplo de cómo, a pesar de las diferencias culturales y los estereotipos, se puede encontrar un hogar lejos del suyo y enamorarse de un país solo con el calor de su gente.