Cómo tu cerebro te lleva a repetir tus errores y qué hacer para que eso no ocurra

Cómo tu cerebro te lleva a repetir tus errores y qué hacer para que eso no ocurra

¿Quién dijo que siempre podemos aprender nuestros errores?

 

 

 





Uno aprende de sus errores. Al menos eso es lo que nos han dicho a la mayoría de nosotros. Sin embargo, la ciencia muestra que, con frecuencia, fracasamos en aprender de los errores pasados. En cambio, es probable que repitamos los mismos.

Por BBC Mundo

¿Qué quiero decir aquí con errores? Creo que todos podemos estar de acuerdo en que aprendemos rápidamente que si ponemos nuestra mano en una hornilla caliente, por ejemplo, nos quemamos, así que es poco probable que repitamos ese error nuevamente.

Esto es porque nuestro cerebro crea una respuesta ante la amenaza de un estímulo físicamente doloroso en base a experiencias previas.

Pero cuando se trata del pensamiento, patrones de comportamiento y toma de decisiones, solemos repetir errores, como llegar tarde a una cita, dejar tareas para último momento o juzgar a la gente basándonos en nuestras primeras impresiones.

La razón se encuentra en la forma en que nuestro cerebro procesa la información y crea un patrón que usamos una y otra vez.

Estos patrones son esencialmente atajos que nos ayudan a tomar decisiones en el mundo real. Pero estos atajos, que se conocen como heurística, nos hacen también repetir nuestros errores.

Cerebro perezoso

Como explico en mi libro “Sway: Unravelling Unconscious Bias” (Influencia: desentrañando el sesgo inconsciente), los humanos no somos naturalmente racionales, aunque nos gustaría creer que lo somos. La sobrecarga de información es agotadora y confunde, y por ello filtramos el ruido.

Solo vemos partes del mundo. Tendemos a notar las cosas que se repiten, ya sea que haya patrones o no, y tendemos a preservar la memoria generalizando y recurriendo a la tipificación.

También sacamos conclusiones de información escasa y usamos atajos cognitivos para crear una versión de la realidad que implícitamente queremos creer. Esto crea un flujo reducido de información que nos llega, lo que nos ayuda a conectar puntos y llenar vacíos con cosas que ya sabemos.

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