José Gregorio Contreras: Maria Corina Machado, liberal, empática e indoblegable

José Gregorio Contreras: Maria Corina Machado, liberal, empática e indoblegable

Emplazado por la demandante realidad no puedo mas que dar debida contestación y argumentar, en nuestro favor y de las luchas que deben ser libradas, acerca del talante empático e indoblegable, así como de la posición liberal de María Corina Machado, rasgos en los que, obviamente, no se agota su personalidad política, pero que han sido determinantes y seguirán siéndolo para enfrentar el momento político que ha vivido, que vive y posiblemente vivirá Venezuela.

Desde la antigüedad se dice que las formas de comportamiento que son consideradas valiosas pueden ser logradas mediante nuestro esfuerzo. Las virtudes aunadas al esfuerzo personal que se haga constituyen la postura que capacita a los espíritus liberales para enfrentar las tentaciones autoritarias. 

Comencemos pues por decir, la fortitudo, la valentía o, mejor, el coraje moral que ha mantenido durante todo este tiempo esta líder. Saltan a la vista todas las expresiones manifestadas por María Corina en su disposición a darlo todo por la libertad de Venezuela, además de conservar, en lo moral y lo político, cuando otros han perdido la cabeza, la suya despejada.





Esta luchadora ha tenido muy claro desde el comienzo lo que enfrenta junto a todos nosotros, puedo decir con propiedad, por haber estado a su lado todo este tiempo de luchas, que tiene en sí misma una brújula espiritual, y esta brújula es algo distinto de un aparato de radar que capta señales externas para reaccionar a ellas, lo que revela, ciertamente, un temperamento que está dispuesto a arrostrar una serie de riesgos por llegar hasta el final.

Está fuera de toda duda que María Corina ha demostrado estar dispuesta a lograr la libertad de Venezuela, sola, si es necesario, sin que ello haya implicado arrogancia ni desestimación de necesarios acoples sinérgicos, siempre conforme a esa brújula interior: su espíritu liberal. Conviene ilustrar este trayecto con una pregunta que muchos se habrán hecho en voz muy baja, para no decir que solo la han pensado: ¿En qué ha consistido la influencia duradera de María corina Machado? La respuesta salta a la vista: en que, en todo este tiempo, ha conservado su cabeza despejada y en la coherencia, determinación y valentías que ha exhibido frente a la adversidad. Una mujer empática pero fuerte de carácter y de gran templanza, indómita e indoblegable, consciente de los compromisos asumidos y con una gran vocación para el desempeño que exige cada reto planteado, elementos estos presentes y activos en la energía motivacional de la que obtiene la fuerza que le ha permitido, en momentos maniqueos, saltar con gran resolución barreras, obstáculos y todo tipo de impedimentos, manteniendo la visión panorámica del todo; esto por lo demás, le ha valido con parecidas intensidades tanto amigos como enemigos.

Sin embargo, todo esto son someras descripciones de una mujer extraordinaria, cuyas emociones han sido demasiado fuertes como para ser una Política de pura cepa. Es, eso sí, un gran ser humanos, una mujer con una inmensa empatía y un gran corazón, que  ha estado dispuesta a darlo todo por la libertad de Venezuela, inmune a cualquier tentación que la saque fuera del objetivo, a las cuales han sucumbido tantos de sus contemporáneos.

Que difícil será olvidar para todos, que han sido tiempos de quiebra moral, de expresiones de incapacidad manifiesta para resistir a la tentación, que todos no pasaron la prueba ni estuvieron a la altura de una cada vez más demandante realidad, que han sido muchos los colaboracionistas y cohabitadores que han ido a parar al trapiche de la historia, gritando justificaciones que el ciudadano venezolano, curtido en política e inmune a la cháchara, no entiende y menos cree, pero que suele castigar implacablemente, aunque de forma cívica y civilizada, cada vez que acude a las urnas electorales. Pero no nos vamos a detener en ellos, aquí  de lo que se trata es de  exponer el espíritu liberal, su máxima representante y su fuente de fortaleza, como el aspecto decisivo de la inmunidad frente a los embates del autoritarismo.  Y también reconocerle, como testigo de excepción, la pasión de la razón de María Corina Machado, cuando en esto estábamos en minoría, que se mantuvo indoblegable, comprometida, soportando valientemente las embestidas.

La tarea de su vida, que ella misma se impuso: es defender la libertad. La libertad que hace del ser humano algo único, que merece ser amado más que todo lo otro. Su concepto de libertad es preciso y sobrio sintonizando del todo con la libertad “negativa” de Isaiah Berlin, y con el pensamiento de Jeanne Hersch: “Nadie encontrará en mis oídos cuando quiera hacerme creer que a cambio de la renuncia de las libertades democráticas recibo una justicia social u otra clase de libertades concretas”. 

Para María Corina, la fe en la libertad –la libertad única, indivisible y sin epítetos- es su norte, pero para seguir ese norte es necesario fuerzas internas, las que pueden ser descritas como virtudes, una especie de ética de la libertad que bien ella representa.