The Economist: La orden ejecutiva fronteriza de Biden, poco práctica, pero una política pragmática

The Economist: La orden ejecutiva fronteriza de Biden, poco práctica, pero una política pragmática

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anuncia un decreto sobre la frontera entre Estados Unidos y México durante unas declaraciones desde la Sala Este de la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos. 4 de junio de 2024 (REUTERS/Leah Millis)

 

 

 





Es indicativo de la pútrida política estadounidense que el plan del presidente Joe Biden para reprimir la migración en la frontera sur no necesariamente tiene como objetivo tener éxito, sino convencer a los votantes de que está tratando de tener éxito. El 4 de junio, Biden reveló una orden ejecutiva que teóricamente le permitirá negar asilo a los inmigrantes que crucen ilegalmente cuando su número sea elevado.

La administración ha estado considerando una acción ejecutiva desde que los republicanos del Senado, a instancias de Donald Trump, torpedearon un proyecto de ley bipartidista que habían ayudado a elaborar. La orden toma prestadas ideas de ese proyecto de ley. Prohibiría que quienes cruzan entre puertos de entrada reciban asilo cuando los encuentros de migrantes en la frontera sur superen un promedio de 2.500 por día. Ese umbral se alcanzaría fácilmente. Los solicitantes de asilo serían luego devueltos a México o deportados hasta que las detenciones caigan por debajo de 1.500 por día. La orden refleja un giro marcadamente conservador de Biden, quien divulgó un mensaje de apertura hacia los inmigrantes cuando asumió el cargo en 2021.

Lástima que no funcionará. Hay tres razones para ello. En primer lugar, seguramente quedará atrapado en los tribunales. El poder de la orden se deriva de un oscuro estatuto que otorga a los presidentes amplia autoridad para suspender la entrada de personas que “sería perjudicial para los intereses de Estados Unidos”. Pero aplicar esa noción al asilo contraviene las leyes nacionales e internacionales que sostienen que los solicitantes de asilo pueden presentar una solicitud sin importar cómo ingresen al país. Los tribunales impidieron que Trump prohibiera el asilo a quienes cruzaron la frontera ilegalmente. Una norma similar, ya existente, de la administración Biden se encuentra en un limbo legal.

En segundo lugar, no está claro cómo se puede hacer cumplir la orden. Hay algunas evaluaciones que el gobierno no detendrá, como determinar si los migrantes serían objeto de persecución o tortura en su país si fueran devueltos, aunque la orden eleva el estándar para ser considerado para tales protecciones. “Devolver a los inmigrantes a México depende de la cooperación mexicana”. Y Biden ha aumentado las deportaciones, pero son una costosa pesadilla logística. No todos los países aceptan deportados. Los venezolanos, por ejemplo, han representado el 12% de los encuentros de migrantes en la frontera sur este año fiscal. Sin embargo, Venezuela dejó de permitir vuelos de deportación a principios de este año cuando las relaciones con Estados Unidos se deterioraron.

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